Demócratas insatisfechos
Dos lecturas de la democracia peruana son las que se enfrentan en esta segunda vuelta. Por una parte aquella que identifica neoliberalismo y democracia, señalando que cualquier cambio en el primero significa un atentado contra la segunda. Por otra, la que señala que las contrarreformas neoliberales han sido primero dictadura, con el fujimorismo, y luego democracia precaria, por lo que hay una agenda pendiente a resolver.
Las encuestas de Latinobarómetro 2011 nos señalan asimismo un importante apoyo al régimen democrático entre la población, que llega al 61% de la misma, lo que contrasta con la poca satisfacción con el funcionamiento de la democracia que solo es del 28%, el penúltimo más bajo en A. Latina. Apoyo a la idea versus insatisfacción con su aplicación, lo que es una clara condena a los políticos que desde el gobierno, pero también en la oposición, han sido encargados de llevarla adelante. Por último y como corolario de lo anterior, la encuesta más reciente de Ipsos/Apoyo señala que el 65% de la población, ¡dos tercios de la misma!, plantea que la actual Constitución debería reformarse total o parcialmente. Podríamos arriesgar por ello la hipótesis de que hay una fuerte asociación en la cabeza de la gente entre la insatisfacción con la democracia y la necesidad de una reforma constitucional para darle solución.
Carece de sentido, por lo tanto, acusar de autoritario a aquel que plantea cambios económicos y sociales, así como una nueva Constitución, que nos permitan una democracia estable y con ciudadanos satisfechos. Da la impresión, contra lo que se dijo en meses pasados, que gracias a la prédica de Gana Perú podríamos estar entrando en un momento constitucional, de creciente conciencia social sobre la reforma política y presencia de la misma en la agenda pública y el debate cotidianos. Contra esto qué puede decir la familia Fujimori, ya sea en su ficción Keiko o en su realidad Diroes. Absolutamente nada. Ellos son, desde las ejecuciones extrajudiciales hasta el golpe de Estado, pasando por el asalto a las arcas públicas, los que atropellaron la democracia en todas las formas imaginables. De ellos, porque son los mismos personajes de carne y hueso, solo se puede esperar más dictadura y latrocinios.
¿Cabe alguna neutralidad frente a esta situación? Creo que ninguna. La democracia precaria no es esperanza de nada y la regresión fujimorista peor todavía. Solo nos queda avanzar a una democracia de calidad que cambie la situación actual y nos saque de la cola de A. Latina.
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